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LA BENDICIÓN DE LA FERTILIZACIÓN IN VITRO

 

Alexandra Montero

Periodista

 

 

Verónica Sotomayor tiene tres hijos, dos mujeres y un varón es lo que siempre soñé dice sonriente. Los pequeños a los lejos gritan: "mami mírame". Regresa su mirada al papel de acetato que tiene guardado hace unos meses donde se ve un pequeño punto, uno de sus tres hijos. Cuenta que aquel inolvidable momento fue el día más feliz de su vida, al recordarlo su corazón se acelera. Ella habla de sus hijos como su motor, quienes dan fuego a su vida.

 

Han pasado tres meses desde la llegada de sus pequeños, aún no lo puede creer. Lleva ocho años casada e intentó quedar embarazada desde el segundo año de matrimonio, cinco años buscó el embarazo por el método tradicional, pero no dio resultado, entonces optó por la Fertilización In Vitro. Cuenta que tenía mucho miedo porque no sabía si el sueño de toda su vida se convertiría en realidad.

 

 

 

 

Según la Dra Azucena Zapata, el tratamiento dura de cinco a seis meses y el protocolo a seguir es que la paciente acuda a una cita ginecológica para saber por qué no puede ser madre. Las causas son varias, las más comunes son que la mujer no puede ovular, no tiene trompas y por esta razón los espermatozoides no pueden llegar a fecundar el óvulo, o puede que el problema no sea de la mujer sino del hombre. Existen casos en los que el hombre nace sin espermatozoides y otros casos en los que el semen no tiene un porcentaje significativo de espermatozoides.

 

Para que la fertilización in Vitro sea todo un éxito debe implantarse un solo embrión. Si se implanta más de uno la fertilización fracasa pues la tasa de mortalidad aumenta notablemente, a diferencia de un niño concebido de forma natural. Una fertilización tiene mayor riesgo de tener malformaciones y problemas cardiovasculares, según explica la Dra Azucena Zapata.

 

A pesar de todos los riesgos que este método de concepción tiene, Verónica decidió hacer su sueño realidad. Los cuidados que tuvo durante su embarazo fueron muy rigurosos, además les dijo no a los dulces y a las grasas.

 

Cuando se enteró que iba a ser madre estalló de felicidad. Su alegría se volvió más fuerte cuando escucho latir al mismo tiempo el corazón de sus tres pequeños. Ella explica que ese sentimiento inexplicable, para ella esta es la bendición más del mundo.

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