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EL JUEGO NO SIEMPRE ES A TÚ FAVOR

 

Melissa Aguirre

Periodista

Soy Andrea, no es mi nombre real, lo protejo porque prefiero ocultar mi identidad. Tengo 22 años, ya no estudio y mi hijo tiene dos años. Su nombre es Julián. Él no es mi primer hijo, yo estuve embarazada por dos ocasiones antes de tenerlo.

 

Cuando tenía 16 años tuve un novio con el cual llevaba varios años de relación. Era una relación tormentosa, pues siempre estábamos peleando, nos separábamos y volvíamos cada cierto tiempo. La primera vez que quede embarazada fue la segunda vez que tuvimos relaciones. Nunca nos cuidamos, a él no le gustaba.

 

 

 

 

 

 

Me di cuenta que iba a tener un bebé en las primeras cinco semanas. Yo me emocione, aunque era muy joven, no me molestaba la idea de tener un hijo con Nicolás.

 

Apenas me enteré le conté a mi novio. Su reacción fue totalmente lo contrario a lo que yo esperaba. Él me dijo que no era suyo, que yo era una mujer fácil por lo que ese hijo podía ser de cualquiera.

 

Me empujó, me gritó y jaloneó hasta que caí al piso. Nicolás se fue, dejándome tirada en el suelo. Minutos después empezaron los dolores. Ese momento perdí a mi primer hijo.

 

Luego de eso me separe de Nicolás por unos meses, no supe nada de él. Desapareció por completo. A los 8 meses lo volví a ver en una fiesta, nos hablamos, no tocamos el tema de lo que había pasado y empezamos a salir otra vez. Pasaron 4 meses más, los mejores de mi vida. Parecía que todo se había solucionado, que él había cambiado y ahora si quería algo serio conmigo. Volví a quedar embarazada. Esta vez decidí no contárselo a él inmediatamente.

 

Tenía miedo de lo que podía pasar, no quería que se repita la historia. Deje pasar un mes y medio hasta que se lo dije. Nicolás nuevamente tuvo la misma reacción, sin embargo esta vez no deje que me maltrate. Yo tomé la decisión de dejarlo, y le dije que no me importaba lo que pensará ya que iba a tener a ese bebé con o sin él. Al regresar a casa decidí contárselo a mi mamá. Ella no sabía que era la segunda vez que estaba embarazada. Por un momento reaccionó mal, me gritó y me dijo que no me pensaba ayudar. A mi sin importarme  lo que pensara le respondí que ese hijo lo iba a tener aunque ella no me ayudará. Una semana después, mi madre decidió volver hablarme, me pidió perdón y me ofreció llevarme a un ginecólogo para examinar mi embarazo. Sin dudar acepté.

 

Fue un miércoles, lo recuerdo claramente. Llegamos a una  clínica de muy mala presencia, al entrar le dije a mi mamá que si ese era el lugar y no estábamos equivocadas, a lo que me respondió: "no hija aquí mismo es, tranquila que es un médico de confianza, lo conozco ya años".

 

Entramos, el doctor me pidió que recueste y esté tranquila. Me dijo que me veía débil y que necesitaba hidratarme por lo que me iba a poner un suero. Yo me deje. Mientras el suero entraba a mi cuerpo sentí como poco a poco me quedaba dormida y no podía hacer nada.

 

Al despertar, tuve dolor en todo mi cuerpo. No sabía que había pasado. Me sentía mal, débil y cansada. Le pregunté a mi mamá lo que sucedió, pero ella decidió ignorarme todo el camino. Al llegar a casa, decidí preguntar como iba mi embarazo. A lo que ella contestó:" ya no tienes ningún hijo dentro, agradece que te hice un favor". Yo no lo pude creer. Nunca imaginé que ella me hubiese hecho eso. Esa fue la última vez que nos vimos.

 

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